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domingo, 17 de julio de 2011

Sin aliento: El comienzo

La luz me deboró por completo, mis manos, mis pies, mis extremidades desaparecían, y no podía hacer nada, solo mirar tan macabro acto, mi mente se mantenía pero perdía la visión poco a poco, todo se volvió borroso hasta que me desmallé en el suelo frío de mi habitación.
Abrí mis ojos, acostado en una cama infantil, pintura celeste en las paredes y el techo de madera pintado de blanco, en ese momento no recordaba nada, así que me paré y busqué un baño, ya que tampoco conocía la casa, jamás la habia visto en mi vida. Cuando iva a dar un paso, mi pie no se movió, no reaccionaba, solo después de unos segundos empezé a caminar sin que yo lo hiciera. Intenté gritar pero no podía hacerlo, moverme, pero nada, estaba paralizado mientras me dirigía a no sé donde. Salí de la habitación y al frente había una puerta a medio cerrar en la cual entré, era el baño, con baldosas negras y pintura blanca en las paredes, con un gran espejo en la pared, con el cual podía ver todo mi cuerpo y ahí fué cuando casi muero de la impresión, era un niño mas o menos de 12 años, pelo rubio, ojos verdes, nada parecido a mi o no sé, yo 19 años pelo negro, ojos café, mucho mas alto que este niño en el cual estaba unido o algo así, era lo unico que se me ocurría, era él pero a la vez no lo era, era la sensación de estar dentro de alguien y solo poder mirar ya que no podía respirar. El joven niño tocó nuestra frente, parecía un poco enfermo, como si no hubiese dormido bien o algo por el estilo, se lavó la cara y orinó en la taza del baño, nada grande. Se oyó una voz la cual decía: Alex, el desayuno está servido! y rapidamente yo o Alex, como quieran, se lavó las manos y salió del baño, dobló a la izquierda y bajó unas escaleras de madera barnizada, dió con la sala de estar y fondo el comedor, donde estaba el desayuno, pan con mantequilla y leche saborizada con vainilla, por la cual babié, sin el concentimiento de Alex, yo Isaac, dejé caer la baba de mi boca, pero Alex se percató y extrañado se limpió, se sentó en la silla y empezó a deborar su desayuno, en 5 segundos ya no había nada, sin duda este chico tenía su apetito parecido al de un oso, cazando en el río con ambas garras, mojandose ese frondoso pelaje. Alex y yo nos paramos y fuimos caminando hacia lo que parecía la cocina, donde estaba la madre de Alex, y ahí estaba y dijo al pequeño: Hijo, que tarde y aún no te has vestido, está bien que estés de vacaciones, pero ya no es hora de andar así, no seas indecente y ve a cambiarte de ropa. Alex sin respirar se dió la vuelta y regresó a su habitación murmurando: bueno bueno, señora Tatiana, la perfecta madre... subió las escaleras y apresuradamente entró en la pieza y Alex dijo: AHHH, maldita habitación, la odio, es tan infantil por no decir gay. En ese momento me sentí identificado por que mi condición sexual era homosexual y para nada tenía que ver con la habitacíon, solo era de niño pequeño. Alex se desvistío y dejo lucir su pequeñez mientras la tocaba, comenzó a darse placer sexual y yo por dentro, estaba muerto de la risa y ahí fué cuando Alex o yo, Isaac comenzé a reir de la nada. Alex dejó de autocomplacerse y saltó, se asustó el mismo, así que palideció y se vistió con lo primero que encontró, ropa interior cualquiera, jeans y una polera roja, era verano, asi que hacia mucho calor, el sol se colaba por todas las ventanas. El pequeño salió corriendo al baño, asustado por lo ocurrido, al haber escuchado esa risa de si mismo. Fué cuando se percató de que un ojo lo tenía mas oscuro, se sorprendió tanto que quedó sin habla, su ojo era café, era mi ojo el que estaba ahí, Isaac, yo. En ese momento sentía que podía hablar, asi que pronuncié una frase, pensando en el pequeño: Alex, no te asustes. Alex terminó de palidecer y salió corriendo del baño, mientras que tapaba el ojo café, mi ojo. Trataba de gritar pero no podía, solo corría mas allá del pasillo y entro en una habitación llena de estantes con libros, se metió entremedio de dos entantes y se sento mientras que su pequeño cuerpo vibraba. Pronuncié mas palabras para tranquilizarlo: Alex, calma, estoy dentro de tí, no tienes nada que temer, y.. en ese momento Alex se desmayó entre los estantes.

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